Aquel beso ceniciento
la durmió esa noche,
después de arder
en ascuas.
Ciega.
Demasiado tiempo
despierta en su sueño,
solo quedaba rescoldo
amargo, medio apagado.
Sordo.
Y fueron volando buitres
vestidos de gaviota de tierra,
sin olor a romero ni mar
planeando risueños su festín.
Mudos.
Imagen de internet |
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